Las instituciones políticas, las leyes, la religión, la filosofía, la literatura, las artes, las ciencias, todas las manifestaciones del pensamiento componen una atmosfera moral, en la que el hombre respira una clase de aire necesario al sostenimiento de la vida intelectual y afectiva. Feliz la sociedad cuando este maná sagrado con que se alimenta el genio, no se convierte en un funesto veneno por malas pasiones de los hombres