La hepatitis C es una infección viral del hígado que puede llevar a graves problemas de salud, incluyendo cirrosis y cáncer de hígado. Aunque puede ser asintomática, los síntomas incluyen fatiga, fiebre, dolor abdominal y enrojecimiento en la piel.
La hepatitis C se transmite a través del contacto con la sangre infectada, como compartir agujas o material de inyección, o tener relaciones sexuales sin protección con una persona infectada. También puede ser transmitida de madre a hijo durante el parto.
El diagnóstico se puede hacer a través de pruebas de sangre que detectan anticuerpos contra el virus de la hepatitis C o el ARN del virus en la sangre. El tratamiento para la hepatitis C incluye medicamentos antivirales que tienen una tasa de curación del 90% o más en la mayoría de los casos.
Sin embargo, a pesar de que la hepatitis C es curable, un gran número de personas no están diagnosticadas y no reciben tratamiento. La falta de síntomas y la discriminación en contra de las personas que han adquirido la infección a través de comportamientos percibidos como "arriesgados" pueden ser obstáculos para el diagnóstico y el tratamiento.
Para prevenir la propagación de la hepatitis C, es importante practicar comportamientos seguros que eviten el contacto con sangre infectada, y hacerse pruebas de detección de forma regular si se está en alto riesgo. Además, es fundamental asegurar que todas las personas tengan acceso a pruebas, diagnóstico y tratamiento asequible y eficaz.
Referencias Bibliográficas:
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World Health Organization. (2021). Hepatitis C.
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Centers for Disease Control and Prevention. (2021). Hepatitis C.
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National Institute of Diabetes and Digestive and Kidney Diseases. (2021). Hepatitis C.
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